Trucos para organizar tus vacaciones campestres en familia

Poco a poco las familias están descubriendo que viajar juntos puede ser una experiencia inigualable. Esta forma de pasar las vacaciones campestres genera recuerdos imborrables en los más pequeños, refuerza lazos y entretiene a todos los miembros del ‘clan’. Sea cual sea la época del año, las vacaciones familiares pueden parecer una experiencia algo estresante, pero no tiene por qué ser así. En este ámbito la experiencia es un grado, de ahí que los padres más avispados aprendan de los errores y de los contratiempos, de tal modo que con un poco de planificación la escapada puede ser un éxito para toda la familia. Tomarse el tiempo necesario para organizar la experiencia también puede suponer una oportunidad para que los niños hagan su particular desintoxicación tecnológica. Pero este es solo uno de los muchos beneficios y consejos que debes de seguir antes de comprar los billetes y hacer la reserva.

Una decisión democrática

Cada familia es un mundo. Una familia con un hijo único es muy diferente a una ‘manada’ de cinco. También es muy probable que a los chicos adolescentes no les guste lo mismo que a sus hermanas pequeñas. Ante este desafío, lo mejor es ampliar los horizontes, las opciones y la estrategia. Lo ideal es hablar del viaje mucho antes de irse, entusiasmar a todos los miembros de la familia con el destino, escucharles, valorar su respuesta y preguntar a los más pequeños qué quieren hacer. Y todo ello en un clima de honestidad.

Los adolescentes valoran estar involucrados en el proceso de planificación, y permitirles participar en este proceso crea un sentido de involucramiento personal en el viaje, lo que hace más probable que hagan un esfuerzo innato para disfrutar de la experiencia y tengan unas expectativas más nítidas sobre lo que disfrutarán. Esta opción es mucho más inteligente que la de ‘arrastrar’ a un quinceañero apático por los destinos y experiencias que han elegido los padres.

Con los más peques, el plan consiste en crear un juego en el que puedan expresar sus deseos. Durante el proceso de planificación,se puede llevar a cabo una votación espontánea en la que los niños griten una palabra tonta que exprese su entusiasmo (“todos los que quieren ir a la granja o al zoológico, que digan ¡muuuu!”).

No obstante, como en toda democracia, estas decisiones también traen consigo sus propias reglas y normas. Es decir, una pequeña ‘Constitución’ que tiene que quedar clara antes de salir. Preguntas como ¿estaremos todo el día durmiendo? ¿cuánta independencia tendrán los niños? ¿qué cosas pueden meter en la maleta? O ¿cuántos días se va a comer en un restaurante lujosos y cuántos en uno de comida rápida? Se tienen que resolver de antemano y por consenso. Por último, es conveniente recordar a niños y mayores que, como todos han contribuido en la toma de decisiones, todos tienen que ser conscientes de los límites.

Algunas familias viajan con otros padres con hijos de edad similar. En este escenario, los niños sienten que escapan de la mirada constante de los padres mientras comparten experiencias con sus amigos. Esta vinculación hay que respetarla ya que lo más seguro es que sea duradera y positiva.

Tomárselo con calma

Tal y como muchos padres ya saben, cualquier tarea suele requerir de un poco más de tiempo cuando se hace con los más jóvenes. Por eso lo más recomendable es dejar siempre un tiempo extra en el itinerario con el sencillo propósito de disfrutar del momento. O para esos imprevistos como las largas colas o una comida que se alarga más de lo normal.

Puede parecer obvio, pero hacer el check-in online de antemano ahorra una espera en el aeropuerto, lo que se nota muchísimo. De hecho, la mayoría de las aerolíneas tienen un sistema de facturación de equipaje rápido diferenciado de los clásicos mostradores.

¿Dónde ir?

Hay quien no se da cuenta de este condicionante, pero la ubicación del hotel puede ser un factor estimulante en sí mismo. El hecho de ofrecer un lugar nuevo y desconocido a los más jóvenes es una forma perfecta de saciar sus ansias de aventura. Estar alojados junto a una playa en Quintana Roo o bajo el cielo estrellado de cometas en un hotel en Cádiz siempre es mucho mejor que dormir en un anticuado edificio levantado en plena jungla de asfalto y hormigón. El mar, las montañas o la selva de los alrededores es una fuente de inspiración para que padres e hijos salgan a explorar. Un hotel exótico consigue vigorizar mucho más que cualquier otro tipo de estancia solo por la naturaleza de sus alrededores.

En mi caso, siendo niños, mi hermano y yo podíamos pasar el día nadando sin importarnos dónde estábamos alojados. Por eso la piscina del hotel era nuestro pequeño paraíso donde improvisábamos innumerables juegos y conocíamos a otros niños que también estaban de vacaciones. Relajarse junto a la piscina es una excelente oportunidad para que los padres tomen un cóctel y pasen un buen rato juntos mientras los más pequeños juegan. De ahí que lo mejor sea buscar un hotel que ofrezca una piscina para niños que dé tranquilidad a los padres.

Otro factor a tener en cuenta cuando se busca un destino es elegir entre aquellos que ofrecen alguna actividad de interés para los más pequeños. Todos aquellos que incluyen disfrutar de los animales o de los dinosaurios son siempre una apuesta ganadora: zoos, parques naturales, acuarios, centros acuáticos, granjas…

Comer en un restaurante es suele ser un acierto. No hay que preocuparse por recoger nada y siempre es una actividad única y especial. Por ejemplo, cenar en una terraza es una elección excelente ya que los más pequeños disfrutan más estando al aire libre que dentro.

¿Qué hacemos todos juntos?

Siempre que todo el mundo está relajado (sin llegar a estar distraído), las conversaciones fluyen entre los diferentes miembros, reforzando los lazos y las relaciones. Por eso, cuando la familia da un paseo, nada o monta a caballo, la actividad se convierte en un catalizador, no en una distracción. Y algunos destinos son perfectos para las familias para no parar quietos. Es recomendable comprobar antes el nivel de exigencia y los requisitos físicos y de material (incluso antes de proponerlo en el ‘parlamento’ familiar). Sobre todo en las actividades que requieren de un gran esfuerzo ya que, en ocasiones, los más jóvenes no son tan todoterreno como parecen.

Las actividades educativas también pueden ser una opción entretenida. Es el caso de los Museos Arqueológicos o los de Historia Natural. Solo hay que comprobar que se tratan de espacios interactivos donde los más pequeños juegan, toquetean y participan. El tipo de museo es muy importante. Sin embargo, hay alternativas que no solo les distraen, sino que también les hace aumentar su curiosidad y, quién sabe, quizás les inpire una vocación en el futuro. Un ejemplo de ello es el Ica, Paracas.

La seguridad ante todo

Cuando se viaja a un nuevo lugar es importante que toda la familia tenga un protocolo claro en caso de que alguien se pierda. Dependiendo de la edad, un teléfono móvil es indispensable (verifique el número y asegúrese de que funciona en su destino). Es importante dejar claro, incluso antes de irse, lo que todo el mundo debe hacer si alguien se equivoca de camino o se desorienta en un mercado abarrotado. Y una vez allí, lo fundamental es encontrar un punto de encuentro fácil de encontrar en cada espacio que se visite.

Otras medidas prudentes que no requieren de mucha investigación previa es buscar qué clínicas, instalaciones médicas y servicios de urgencias hay en la zona del lugar de vacaciones. También resolver dudas previas como cuál es el teléfono de emergencias, dónde comprar medicamentos y cuáles se puede comprar. Además, es aconsejable viajar con las recetas médicas y con algún repelente de insectos.

Prever los imprevistos

Tener todos los detalles del viaje claros y bien atados, como saber llegar del aeropuerto al hotel y viceversa, puede evitar que el estrés y el nerviosismo se dispare. Por eso es aconsejable tener información previa sobre los servicios de transporte público, sus horarios, sus precios, sus opciones más económicas y los descuentos para familias. También si la línea cubre los trayectos necesarios y cuántas paradas tiene. Y, por supuesto, si el hotel cuenta con un servicio de recogida que haga que todo sea mucho más cómodo y sencillo.

Como lo más lógico y preferible es sentarse todos juntos en el avión, merece la pena dedicar un tiempo extra a reservar los asientos deseados en la facturación on line, ahorrándose las molestias durante el embarque y sin necesidad de contar con la colaboración de la tripulación o de otro simpático pasajero.

También es importante volar sabiendo cuáles son las condiciones a bordo de cada aerolínea, sobre todo si se viaja con carrito de bebés, cuna o ropa extra. En el aeropuerto conviene tener en cuenta que los niños necesitan ayuda extra tanto con los pasaportes como con los billetes y que, dependiendo la edad, es recomendable que lo lleven los padres. Para los adolescentes o los niños más independientes hay otras opciones como colocar la documentación en un bolso transparente que cuelgue de su cuello y que pueda pasar por el detector de metales.

Esta lógica fijación por los detalles se debe extender hasta el calzado de los niños. Unos zapatos incómodos o no adecuados para según qué actividad pueden estropear una excursión y, sobre todo, dañar a los más pequeños. Es fundamental no escatimar en los pies ni apañar las compras en rebajas, sino priorizar la calidad y la comodidad. Es algo que los niños no van a agradecer con aspavientos, pero que puede ahorrar muchos disgustos.

Una vez en el hotel

El hotel va a ser el campo base de todas las vacaciones así que es importante valorar previamente las instalaciones y si éstas incluyen espacios familiares. Por ejemplo, dos habitaciones conectadas por una puerta ofrece la posibilidad de dar un poco de libertad a los más pequeños a la vez que se les atiende de una manera no intrusiva. Una elección que también da tiempo y privacidad a la pareja. 

Otro factor a investigar son los servicios para niños que están disponibles. Muchos hoteles  saben que el elemento decisivo en la elección de un hotel son los servicios diseñados para los niños y las ventajas adicionales que ofrece. La campaña ‘Los niños se alojan gratis’ de Iberostar muestra una gran variedad de lugares donde los niños se sienten como en casa.

¡Improvisar!

Pero, sobre todo, no hay que tener miedo a ser espontáneo. Todos los miembros de la familia apreciarán una o varias sorpresas durante el viaje. Por eso conviene guardar este as en la manga porque, en muchas ocasiones, es el momento más memorable de las vacaciones campestres en familia.


Fuente referencia: iberostar


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